26.10.08

Kanchanaburi


Descansamos un día más en Chang Mai, muy tranquilos dimos una última vuelta por la ciudad donde visitamos más templos budistas, hicimos shopping en un par de mercados, probamos el famoso banana pancake tailandés y terminamos el giorno haciéndonos un foot massage de media hora. A mi me tocó el travesti del local, y Vero se reía cada vez que le tocaban los pies. Esa misma noche salimos en bus para Bangkok, un viajecito de once horas, y en la misma estación conectamos con un bus a Kanchanaburi. Lamentablemente no había una conexión más directa.



El viaje duró sólo un par de horas, llegamos tipo diez de la mañana y hacía un calor terrible. Un rickshaw a pulmón nos transportó a los dos (más las valijas) hasta un guest-house flotante que habíamos elegido tras leer las distintas opciones que nos ofrecía la Rough. El hotelito muy pintoresco, construido con madera sobre el río Kwai rodeado de espesa vegetación. Alquilamos una twin por 250Bht la noche sin desayuno.


Dejamos las mochilas y salimos a dar una vuelta por el pueblito. La ruta que bordeaba al río estaba ocupada por tres o cuatro hotelitos como el nuestro y un par de restaurantes. Un poco más alejado se ubicaba la carretera principal con dirección al centro de la ciudad nueva de Kanchanaburi.


En la pintoresca estación de tren reservamos los pasajes para el Tren de la Muerte, el mítico tren que traquetea cansinamente por el puente sobre el famoso río Kwai. Ideado por los japoneses en la Segunda Guerra Mundial, el puente fue construido gracias a los miles de prisioneros aliados que perdieron su vida debido a las condiciones infrahumanas en la que fueron sometidos. Sin lugar a dudas éste es el landmark principal.

Visitamos el museo del Death Train donde nos informamos sobre la construcción de las vías, cuanta gente murió construyéndolo y el contexto social de la época que fue construido. El museo muy pequeño pero bastante informativo que nos vino bien para la recorrida del día siguiente.


Almorzamos realmente bien y muy económico en un restó local. La limonada  estaba spot-on.

El pueblo de Kanchanaburi no tiene mucho que ofrecer más allá del puente y la travesía en el tren. Sin embargo no había demasiados turistas, la mayoría de éstos llegaban en micros desde excursiones organizadas en Bangkok para hacer la travesía hasta Namtok. Visitamos un muy lindo cementerio que homenajeaba a las vidas que se perdieron durante la construcción que en su gran mayoría fueron prisioneros de guerra europeos.


A la tardecita encontramos un café donde desconectarnos un buen rato, descansando y tomando birras. Logré que Vero se tomara su primera cerveza del viaje. A la noche cenamos bastante mal en un restó de la zona y bajo la lluvia volvimos silbando al hotel a dormir.

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