Llegamos a Biejing el 29 de Julio desde Elian, pueblo que sirve como frontera con Mongolia. Tomamos una combi compartida con Lucas, dos croatas y una familia polaca. El viaje duro unas doce horas incluyendo todas las interrupciones: al tener la camioneta una patente par tuvimos que esperar hasta las doce de la manana para poder entrar a Beijing. El driver nos llevo a un hotel muy centrico en uno de los hutongs de la ciudad y decidimos quedarnos una semana entera ahi. El precio de la habitacion estaba muy bien teniendo en cuenta los Juegos Olimpicos que se estarian celebrando una vez que dejaramos la ciudad. Nos pegamos una ducha y fuimos a dormir, la primera impresion cuando el driver giro a la derecha en una callecita angosta y oscura fue de las mejores que senti desde que empece este viaje.
Me fui a dormir con un optimismo salvaje y si bien nos acostamos a las tres de la manana a las diez ya estabamos arriba listos para salir.
Las banderas chinas nos recibieron al salir del hostal. Un serio patriotismo abunda en la calle y la gente se muestra muy orgullosa de pertenecer a una nacion sumergida en un crecimiento economico increible mas la cuota indispensable de poder organizar el evento deportivo mas grande del mundo. No se si sera siempre asi pero se nota que hay una alegria contagiable en la calle, la gente no para de sonreir, de hacer un esfuerzo de hablar en ingles y preguntarte de donde venis y que haces.
Quizas me imaginaba una realidad mas cruda pero la verdad que esta city me recibio de la mejor manera, el punto negativo es que nunca voy a saber hasta que punto los Juegos han influenciado todo esto. Me encantaria poder recorrer esta ciudad en todas sus estaciones y disfrutarla con un poco mas de tiempo.
El calor y la humedad es lo primero que te pega ni bien salis a la calle. Y el cielo esta cubierto por una nube gris que lo tine todo con cenizas. El aire contaminado se siente un monton y es muy raro que el cielo se despeje totalmente, tenes que irte 70km afuera de la ciudad para poder ver un cielo claro.
La comida es espectacular, avisandonos lo bien que voy a comer durante mi estadia en China. Un alivio gigante luego de pasar diez dias en Mongolia donde comimos muy mal. La comida sale rapida y caliente, es muy barata y tenes una variedad inmensa de platos para probar, saliendo de los tipicos noodles o platos de arroz. Los puestos callejeros tambien se zarpan y por solo 1 yuan (diez centavos de euro) probamos una verdadera delicatessen: una especie de tortilla rellena con ajo, huevo duro y perejil.
Recorrimos la ciudad camara en mano y sin rumbo alguno. Las calles estan completamente cubiertas con negocios y comercios de todo tipo: restos, verdulerias, tiendas de ropa, almacenes y kioskos, ferreterias, talleres, florerias y bancos. Uno detras del otro, lo unico que parece que hacen es vender y consumir, es impresionante. Las banderas olimpicas adornan todos los postes de luz de las grandes avenidas. El trafico esta muy bien manejado, algo increible para una ciudad con quince millones de habitantes. Los edificios modernos construidos dibujan el cielo de la ciudad, y una infinidad de ellos esperan por ser terminados en el corto plazo.
Se nota que hay un monton de guita invertida en la ciudad, todas las empresas foraneas tienen su nido en Beijing, en una misma calle tres sucursales de Ferrari, Rolls Royce y Lamborguini jugaban a ver quien tenia la tienda mas glamorosa. Mega hoteles de cinco estrellas se codean con shoppings de lujo a estrenar con todas las grandes marcas diciendo presente.
Lo de la gente es increible tambien, son un monton, caminando de un lado al otro cargando miles de bolsas. Las veredas estan super limpias y en casi cada punto importante hay un stand atendido por cuatro o cinco voluntarios que estan para lo que necesites. A los pibes los tienen laburando diez o doce horas por dia pero siempre te reciben con una sonrisa. En ningun otro lado del mundo me paso de ver tanta felicidad en la calle.
La ciudad se la recomendaria a cualquiera y sin lugar a dudas la pongo entre mis top diez. El viaje por China no podria haber empezado mejor.
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