Si hace un par de años me hubieran dicho que estaría visitando Indonesia en un futuro no muy lejano firmaba con los ojos cerrados. Si bien Bali es sólo una pequeña isla dentro del inmenso archipiélago que dibuja el conjunto de Indonesia es quizás el destino más turístico. Me hubiera gustado tener más tiempo para recorrer otros destinos como Yakarta y la isla de Java, quizás hacer también una visita por la isla de Komodo y Papúa, pero para hacer todo eso necesitaría un par de meses más. De todas maneras, tener un sello Indonés en el pasaporte me infla el pecho de orgullo.
Lo recorrido durante diez días fue lo suficiente para darme sólo una pequeña idea de lo que significa Bali para Indonesia, un país prácticamente musulmán pero con la característica que en Bali la mayoría es hindú. La influencia es absolutamente inmediata, sobre todo en las artes, que abundan por toda la isla, en la comida y el ritmo de vida relajado y a paso tranquilo a comparación con el hermetismo Islámico.
Los primeros seis días me dediqué a hacer playa, pura y exclusivamente playa, vida de playa, no mucho más, descansar, hacer huevo, comer y tomar cervezas, conocer gente en el hostal y emborracharme con ellos. Caminar en la playa, tomar sol, barrenar olas, pasear por la ciudad de Kuta y sacar fotos por ahí. Jugar torneos de pool y ganar algunos, mirar “Lost” en la habitación del hotel, pileta y masajes, andar en bici, en fin…tranquilo, bien metido dentro de la burbuja de Bali, absorbí lo que tuvo para ofrecerme y no pedí nada más a cambio.
Hace unos cuatro años unos extremistas bombardearon uno de los boliches más populares de la zona de Kuta matando a más de doscientas personas: la gran mayoría australianos e indoneses, pasando por europeos, yanquis y algunos sudamericanos. Desde entonces Bali dejo de ser la isla surfer por excelencia dentro del Sudeste Asiático. Hoy día un mausoleo con los nombres de todas las victimas yace en el lugar del atentado. Durante mi estadía en la isla fusilaron a los culpables, esa noche y por única vez, Kuta durmió.
Kuta es la playa más popular de Bali, con cientos y cientos de restós, hoteles, hostales, boliches, pubs, negocios de ropa, de dvd’s piratas, souvenirs, Rip Curl/Billabong, massage parlors, correo, bancos, todos los servicios para que los turistas se sientan como en casa. Allí fue donde me hospedé durante toda mi estadía y me moví solo para recorrer un poco algunos puntos de la isla pero siempre volviendo a Kuta a apoliyar.
Conseguí un buen hotel a solo cinco minutos caminando de la playa. Habitación single con ventilador y baño en suit por siete euros la noche. Un punto a favor la pileta del hotel, sobre todo para usarla después de almorzar cuando en la playa no se podía estar por el calor. Buen morfi, buenas limonadas y buena onda con los otros mochileros.
La noche de Bali gira en torno a una centena de barcitos con música en vivo, tres o cuatro mega boliches y un sinfín de restós de todo tipo. Mucha gente por todos lados y de todas partes del mundo, mucha moto y muchos pushers. Putas recorriendo las calles en moto, putas “masajistas” con o sin happy ending, putas en los boliches invitándote tragos. La música en los bares es generalmente buena, covers de clásicos, un poco de todo para satisfacer el gusto de todo el mundo. Los músicos interactúan mucho con la gente, nos dejaron cantar un par de canciones, incluso algunos de los que estuvieron conmigo se animaron a tocar un poco la viola o la batería. El peso total de una banda de músicos balineses no debe pesar superar los cien kilos. Pura fibra.
La playa de Kuta está muy buena, no es paradisíaca ni está cerca de serlo, pero se la considera como una de las venues más importantes del mundo dentro del circuito surfer profesional. Por ende surfers por todos lados, los que parecen que la tienen clara y los que recién empiezan. Mucho showing también, no he visto grandes barrenadas estando dentro del agua.
La capital turística por excelencia de Bali y también de toda Indonesia es el pueblo de Ubud, refugio bohemio y centro hindú del Sudeste. Caminar por Ubud es dejar atrás atelier tras atelier, exposiciones de pintura y foto, teatros y centros de Danza tradicional. En la calle también se pueden ver artistas haciendo lo suyo, grupos de vanguardia interpretando obras sobre la vereda, mujeres con vestimenta tradicional bailando, la gente mirando y sacando fotos. Un buen lugar para escapar del frenesí de Kuta y respirar un poco de aire fresco gracias a un par de parques naturales, templos budistas y spring waters.
Bali me regaló un muy buen clima, sólo llegó a llover un par de noches mientras que durante el día no había una sola nube. Dejé la isla el 13 de Noviembre muy temprano a la mañana.Volví a Kuala Lumpur donde aproveché para pasar el día y la noche, fui al cine a ver la última de Bond que no me volvió loco, y apoliyé en el mismo hostal donde había dormido unas semanas atrás. Me manejé por KL sin mapas y me sentí muy a gusto. No dejé de homenajear a las Petronas por última vez.
Deje KL el 14 en un súper tren con dirección a Singapore. Siete horas de viaje, sumado a un agotador cruce de fronteras.
Última parada dentro del Sudeste Asiático.
2 comments:
Il semble que vous soyez un expert dans ce domaine, vos remarques sont tres interessantes, merci.
- Daniel
merci beaucoup daniel!
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