20.7.08

Moscu

Moscú nos recibió gris, tibia y con una humedad rozando el perfecto puntaje presagiando una lluvia torrencial que en definitiva cayó una vez que pisamos el sucio piso del hostal. Si bien reservamos por una habitación compartida entre seis, nueve nos repartimos el calor y la humedad de la habitación. A diferencia con el de S.P. este por lo menos quedaba en el centro y a unos 30 min. caminando de la Plaza Roja.

Caminamos por la Old Arbat St, una de las calles principales de Moscú y la más antigua de la ciudad, hasta encontrar un banco donde pudiera cobrar unos 820 Rublos que la agencia que me tramitó el Transiberiano me debía. El dinero estaba y un par de horas mas tarde, luego de cinco meses de espera, el tan ansiado ticket se acomodaba en el bolsillo del pantalón. Momento completo y solo mío después de soñar con esto durante casi un año y medio.

La lluvia fue el denominador común de todo el primer día, y eso influyó para que nos tomáramos las cosas muy tranquilas y durmamos una buena siesta. A la noche cenamos en el hostel y después salimos a tomar algo por ahí.

Todas las ciudades inevitablemente sucumben a una prueba: la primera impresión, y Moscú no fue la excepción. La zona de la estación de tren nos mostró un mundo que no volvimos a ver durante el resto de la estadía. Pareciera que toda la fauna moscovita se hiciera presente en ese pequeño radio de la estación hasta la del metro. La crudeza que no vimos en San Petersburgo la vimos apenas pusimos los pies sobre la calle. Las nubes a punto de estallar sobre nosotros enaltecían los grises de la ciudad. La gente caminaba rápida y decididamente y los que no podían caminar se recostaban sobre algunos bancos o meaban en cuclillas contra la pared. Algunas miradas hostiles hicieron apresurar nuestro curioso paso, borrachos y sin techo recolectaban colillas sin apagar y bebían las últimas gotas de lo que parecía una botella barata de Vodka.

Y el resto de la gente camina a la par, sin querer darse cuenta de lo que les rodea es parte de su mundo y que parecen tratar con lamentable indeferencia. El contraste social es muy notorio. Yuppies maniobrando Rolls Royce estacionan sus coches frente a gitanitos que caminan descalzos las calles de la ciudad. Las mujeres van vestidas de pies a cabeza y los que no pueden se abrigan con hojas podridas de cartón y sandalias sin costuras.

Luego en el centro, las autoridades parecen barrer con estos marginados para meterlos bajo una alfombra zarista y así guardarlos de la elite local y los turistas que llenan la plaza roja.

Moscú es arrogante, egoísta y vanidosa. Sus máximas atracciones están pulidas para darle el máximo brillo posible, sacándole ese toque decadente que San Petersburgo supo explotar dándole así una estética muy personal. La mayoría de las calles dentro del casco histórico no conocen de un papel sobre ellas, los parques brillan de color verde y las fuentes de mármol dibujan figuras de agua cristalina que sus serafines lanzan con singularidad: como si un exceso de falsa modestia se adueñara de ellos.

Moscú es monumental, imperial y revolucionaria. El Kremlin, lugar que supo delinear los vaivenes políticos durante gran parte del siglo XX, posa orgulloso en opulencia y en extrema exclusividad sobre el centro de la ciudad. De ahí se construyó la ciudad en forma circular hacia afuera. Y desde ahí se manejan los hilos del gran títere llamado Moscú. Conducida bajo la mano de un gobierno que ha sabido privatizar todas las compañías estatales y así llenando de dinero los bolsillos de tipos vinculados con la Mafia, organización que realmente regula los estados de ánimo de la ciudad. (Cualquier coincidencia con "la nuestra" es pura casualidad). La Iglesia de San Basilio en la plaza Roja con sus cúpulas de colores registran el paso de todos los visitantes que se apiñan para logran una foto que adorne sus repisas o los profiles de cualquier network social de Internet.

Moscú es cobarde, corrupta y vigilante. La policía esta en todas partes, y con estos tipos no se jode, si bien sean ellos los que te joden a vos. Cada dos por tres te piden el pasaporte y chequean que tus papeles estén en orden y que la Visa este registrada. Para registrar tu Visa tenes que haber estado mas de tres días hábiles en una ciudad. Nosotros no lo estuvimos, ya que en Moscú tuvimos un fin de semana en el medio. Pero no lo supimos explicar, si los locos no hablan o no quieren hablar en ingles. El policía nos amenazó con llevarnos detenidos y demorarnos en una celda durante tres horas. Pero venimos del mismo nido de ratas viejo, 500 rublos cada uno y a llorarle a la virgen. Aprendimos a no decir una palabra pasando frente a ellos, y a no mirar a los ojos.

Moscú es hip, chic y moderna. La gente que se lo puede permitir vive como los dioses. Maneja autos que solo llegue a ver por acá, se viste de fiesta un domingo a la tarde, se saca fotos y las mujeres posan como modelos delante de cualquier atracción turística, y llenan una infinidad de restos de lujo y centros comerciales barrocos.

Moscú es rica en tradiciones pero cara para el mochilero. Que mejor que estar comiendo un sándwich de jamón y queso preparado con amor en el hostel mirando la iglesia de San Basilio? No tiene nada de malo, pero de esta manera te privas de probar platos locales que lamentablemente son prohibitivos para el que maneja un budget mas controlado. No por algo Moscú es considerada la ciudad más cara del mundo. No por algo los precios para los puntos turísticos más importantes son más altos para los turistas. Y el hostel me sorprendió por su poco carácter, la mugre y el precio europeo que te cobran por la habitación.

Moscú no duerme, como buena gran metrópolis no descansa un solo día, el ambiente es genial y las luces de neón iluminan las calles sin salida. Sobre la Old Arbat St. los artesanos, artistas gráficos y tatuadores tratan de focalizar la atención de la gente charlando con ellos o exhibiendo sus retratos y mercaderías. Los artistas callejeros se aferran a sus profesiones y con genuina humildad cuentan lo recolectado en el día. Las mujeres de minifalda caminan llevando cervezas en la mano, los mas viejos giran la cabeza, sin llegar a entender lo que el fin del comunismo trajo a sus tierras.

Moscú resiste...respira, gracias a una nueva generación que no tuvo que sobrevivir al pesado y encara al futuro como propio, y no como a un cuento de hadas relatado por el abuelo.



1 comment:

Anonymous said...

hola Andy!!!!! me alucinan tus relatos y tus fotos!! me dejaste toda tu impresión de Rusia en la piel, y no creo que sea uno de mis futuros destinos turísiticos.. no se.. pero siempre vale la pena conocer cosas diferentes, no?
te amo!! mil besos !!!!!cuidate mucho y espero más relatos pronto!!
mami