Desde las hermeticas mesas de un McDonald's me pongo a pensar como habria sido vivir en Moscu hace treinta anos, o en algun otro momento cuando el regimen establecido parecia indestructible y sin fecha de vencimiento, mofandose de aquellos que catalogaban al comunismo como una utopia.
Sentado en esta fria mesa de McDonalds me pongo a pensar que habria sido de un tipo como Lenin, que gracias a las ideas marxistas devoradas en su juventud supo entregar el poder al pueblo de la tirania zarista con su revolucion bolchevique, que diria si viera una legion de moscovitas uniformados con una camisa roja abotonada en su izquierda por un arco dorado, balbuceando слова en ingles y ofreciendo sundaes o apple pies con la compra de un combo.
Muchas cosas han pasado desde que Gorbachov definiera la apertura sovietica al mercado y la consecuente perestroika cambiara para siempre el camino de una nacion. Mucha agua ha corrido bajo el puente, desde aquellos destellos cuando el martillo y la hoz dominara con fria y precisa exactitud una cortina dura y y resistente como el hierro.
Mucho tiempo tambien ha pasado desde que esa maquina llamada Rusia fabricara a fines de siglo XIX una generacion de autores tan desafiantes que de la mano de tipos como Dostoevsky, Chekhov y Leo Tolstoi supieron darle fama internacional a una sociedad que por entonces parecia cerrada dentro de un cubo y asi cambiar radicalmente el panorama de la literatura mundial.
Mucho ha pasado desde que la gente se amontonara para comprar comida, utilizando vales emitidos por el gobierno indicandoles que es lo que tenian que comer. Hoy, sobre Stary Arbat y a dos cuadras del hostal, he comprado una botella de exportacion del aceite de oliva espanol Carbonell.
Desde estas frias mesas de un McDonald's, rodeado por una legion de camisas rojas y unos hambrientos moscovitas ansiosos por un Big Mak, me pongo a pensar que parte de la historia misma me perdi.
Sentado en esta fria mesa de McDonalds me pongo a pensar que habria sido de un tipo como Lenin, que gracias a las ideas marxistas devoradas en su juventud supo entregar el poder al pueblo de la tirania zarista con su revolucion bolchevique, que diria si viera una legion de moscovitas uniformados con una camisa roja abotonada en su izquierda por un arco dorado, balbuceando слова en ingles y ofreciendo sundaes o apple pies con la compra de un combo.
Muchas cosas han pasado desde que Gorbachov definiera la apertura sovietica al mercado y la consecuente perestroika cambiara para siempre el camino de una nacion. Mucha agua ha corrido bajo el puente, desde aquellos destellos cuando el martillo y la hoz dominara con fria y precisa exactitud una cortina dura y y resistente como el hierro.
Mucho tiempo tambien ha pasado desde que esa maquina llamada Rusia fabricara a fines de siglo XIX una generacion de autores tan desafiantes que de la mano de tipos como Dostoevsky, Chekhov y Leo Tolstoi supieron darle fama internacional a una sociedad que por entonces parecia cerrada dentro de un cubo y asi cambiar radicalmente el panorama de la literatura mundial.
Mucho ha pasado desde que la gente se amontonara para comprar comida, utilizando vales emitidos por el gobierno indicandoles que es lo que tenian que comer. Hoy, sobre Stary Arbat y a dos cuadras del hostal, he comprado una botella de exportacion del aceite de oliva espanol Carbonell.
Desde estas frias mesas de un McDonald's, rodeado por una legion de camisas rojas y unos hambrientos moscovitas ansiosos por un Big Mak, me pongo a pensar que parte de la historia misma me perdi.
(Nunca crei que un Mac me haria pensar tanto)
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